domingo, 2 de mayo de 2010

¿Con la comida no se juega?


Me llevó abajo por la escalera y llegamos a la cocina.
- No deberíamos estar aquí – Nos podrían descubrir pero lo solucionó todo callándome con un beso.
- Tengo hambre
Estar en la cocina cuando sabíamos que no deberíamos estar, aumentaba la emoción de esa maravillosa noche. Lo miré, vestía de negro, mientras abría la puerta del frigorífico.
Es mío, pensé, mío para tocarlo cuando lo deseara.
Tomándole la mano, apreté mi cuerpo contra el de él y apoyé la cabeza contra su hombro.
- Te quiero tanto. No me dejes - Él me miró con una expresión de perplejidad y deseo.
- ¿Dónde está el helado?
- En el congelador. Abre esa puerta – me lo enseñó
Sirvió una enorme cantidad en cada tazón. Derramó helado sobre mi frente y se puso a lamerlo. El helado cayó mas abajo por mi cara y continuó lamiéndolo hasta que llegó a mi boca.
Nos sentamos en la mesa con los pies y las pantorrillas entrelazadas. Comimos un poco durante unos minutos, pero luego derramó helado sobre el pie y me lo lamió.
Para provocarlo, me incliné y ‘accidentalmente’ derramé helado en la parte interna de su muslo.
- Apuesto a que está muy frío
- No lo puedo soportar- me dijo
Lentamente, de manera que mis pechos rozaran su cuerpo desnudo, me dirigí hacia la mancha y lamí, cuando desapareció, continué relamiendo. Olvidamos el helado cuando él se apoyó en la mesa atrayéndome consigo y me levantó poniéndome encima de él, levantándome las manos para acariciarme los pechos mientras yo, me movía hacia arriba y hacia abajo.
- Hace tanto que deseaba tocarte – me dijo, transcurrido un tiempo antes de que nos arqueáramos juntos.

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