domingo, 18 de abril de 2010

Beso amargo de la Soledad.

No he visto a nadie en todo el trayecto, pero ahora puedo empezar a divisar figuras mientras me voy acercando a lo que parece ser un claro.

Cada vez veo a más gente, docenas, quizá más. Todos parecen esperarme. Al acercarme y pasar junto a ellos me doy cuenta de que carecen de rostro alguno, pero noto cómo clavan su mirada en mi y no paran de saludarme y darme palmadas en la espalda. Podrían ser familiares, amigos, o conocidos... parecen alegrarse de verme, aunque otros pasan totalmente y siguen afanados con sus conversaciones, formando un tremendo jaleo imposible de entender.

Una extraña sensación me recorre el cuerpo y enturbia mi mente. Tan rodeada de gente que me encuentro en ese momento, y un tremendo sentimiento de soledad me invade. Sigo avanzando entre la muchedumbre, cada vez sintiéndome peor, hasta que cuando me doy cuenta ya no me rodea nadie. Parece que los he dejado a todos atrás, y la curiosidad me invade cuando giro mi cabeza para mirar hacia atrás por encima del hombro (pues aun percibía el jaleo de las voces) y cual es mi sorpresa cuando ya no veo a nadie, sólo árboles, piedras y hojas muertas.

Decido avanzar unos pasos más y sentarme en un pequeño escalón de raíces, sin dejar de sentirme mal, con esa inmensa sensación de soledad oprimiéndome el pecho sin apenas dejarme respirar, intentando alzar la vista hacia el mar que estaba enfrente, junto a una gran luna rojiza esparciendo sus rayos de luz por todo el lugar.

Me siento agonizar. De repente alguien se acerca a mi por mi lado izquierdo, se sienta conmigo, y después de darme un tierno beso en la comisura de los labios, me rodea con uno de sus brazos. Me giro para ver quién es, y lo veo a él. La soledad se va, también la amargura, y todo el malestar, así como las voces ya siseantes a mis espaldas. Su sola presencia me revitaliza, sus ojos me maravillan, y por primera vez en mi vida no me siento sola.

Qué sentimiento tan profundo al mirarnos mutuamente, algo incapaz de ser descrito con palabras, algo imposible de decir con un te quiero o un te amo...

Sin mediar palabra alguna, ambos nos fundimos en un tierno beso.

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