Él salió despacio de la casa, la llamaba, la estaba buscando…Su cara era de temor, algo en su interior le decía que algo extraño pasaba. La noche, por supuesto, también lo sabia, puesto que había luna llena y se reflejaban destellos rojos, como manchados de sangre en el lustroso cielo brillante de estrellas.
‘¿Dónde estará? Se repetía una y otra vez. Hizo un paso hacia atrás al escuchar un ruido detrás del seto y los arbustos de delante de la casa, después de un largo rato retomó lo que estaba buscando…
Comenzó a caminar por el jardín y fue a parar al cobertizo, con el techo blanco por el reflejo de la luna, abrió la puerta. ‘¡Qué extraño! Siempre la dejo cerrada…’, el pánico poco a poco emergía dentro de él, tenia miedo, y al volver a mirar al cielo le preguntó a la luna: ‘Dime, ¿dónde está?’.
Surgió de manera inesperada una brisa descomunal, un viento terrible que se dirigía hacia una parte del jardín, él lo siguió. Al volver a mirar al cielo, esas manchas rojizas en el cielo se concentraron en un punto concreto, y se dirigió sin miedo, ya sin temor hacia el lugar que le marcaron las máculas. De repente se escucharon chapoteos en el agua…
La casa disponía de un jardín grandioso, muy verdoso de día y muy oscuro de noche. También de una piscina, la cual se accedía a través de una escalera moderna, con una barandilla de estilo clásico. Una vez en ella, él le dijo que jamás la dejaría, que la amaría para los restos de su vida y que pasara lo que pasara, siempre la vería como ella es, un ángel que bajó del cielo para protegerlo y cuidarlo por siempre jamás. Pero su ángel no le dijo que tendría que hacer muchísimos sacrificios para poder hacerlo, y precisamente porque ese ángel se había enamorado de él, aceptó correr cualquier riesgo con tal de permanecer siempre al lado de su eterno amor.
Se asomó por la escalera, estaba todo oscuro y no accedía su visibilidad a hallar a su ángel. Se giró y un fuerte viento hizo que se girara repentinamente y encontrara el cuerpo, ya sin vida, de su ángel. Ella, estaba al borde de la piscina, una mano recaía en la helada agua que hacia que sus dedos se congelaran aun más, su vestido, contoneaba todas sus curvas y una parte de él, insistía en cubrir el agua con él. Su cabello, estaba ya mojado por el contacto con el agua, y se le formaban escarchas y granizo.
Bajó rápidamente por las escaleras, saltándose varios peldaños, pero fue inútil, ella ya yacía muerta desde hacía varios minutos. Al girarla, sus ojos estaban abiertos, pero él no se asustó al verlos, era su ángel, era lo que había estado buscando minutos atrás...la había encontrado.
Al voltearla se escuchó un crujido, eran las alas de su ángel, aquellas las cuales nunca podía ver e insistía siempre en quererse deleitar observándolas. Ahora las podía ver, pero ¿qué precio pagó para ello?
Ella siempre cuidaría de él, se lo dijeron sus ojos abiertos mientras la agarraba y se fundían ambos en el agua helada. Él, con ella en brazos y el agua que le llegaba por los hombros, le dio un beso tierno en los labios congelados de ella y agachó la cabeza, sumergiéndose en la helada...‘¿Dónde estará? Se repetía una y otra vez. Hizo un paso hacia atrás al escuchar un ruido detrás del seto y los arbustos de delante de la casa, después de un largo rato retomó lo que estaba buscando…
Comenzó a caminar por el jardín y fue a parar al cobertizo, con el techo blanco por el reflejo de la luna, abrió la puerta. ‘¡Qué extraño! Siempre la dejo cerrada…’, el pánico poco a poco emergía dentro de él, tenia miedo, y al volver a mirar al cielo le preguntó a la luna: ‘Dime, ¿dónde está?’.
Surgió de manera inesperada una brisa descomunal, un viento terrible que se dirigía hacia una parte del jardín, él lo siguió. Al volver a mirar al cielo, esas manchas rojizas en el cielo se concentraron en un punto concreto, y se dirigió sin miedo, ya sin temor hacia el lugar que le marcaron las máculas. De repente se escucharon chapoteos en el agua…
La casa disponía de un jardín grandioso, muy verdoso de día y muy oscuro de noche. También de una piscina, la cual se accedía a través de una escalera moderna, con una barandilla de estilo clásico. Una vez en ella, él le dijo que jamás la dejaría, que la amaría para los restos de su vida y que pasara lo que pasara, siempre la vería como ella es, un ángel que bajó del cielo para protegerlo y cuidarlo por siempre jamás. Pero su ángel no le dijo que tendría que hacer muchísimos sacrificios para poder hacerlo, y precisamente porque ese ángel se había enamorado de él, aceptó correr cualquier riesgo con tal de permanecer siempre al lado de su eterno amor.
Se asomó por la escalera, estaba todo oscuro y no accedía su visibilidad a hallar a su ángel. Se giró y un fuerte viento hizo que se girara repentinamente y encontrara el cuerpo, ya sin vida, de su ángel. Ella, estaba al borde de la piscina, una mano recaía en la helada agua que hacia que sus dedos se congelaran aun más, su vestido, contoneaba todas sus curvas y una parte de él, insistía en cubrir el agua con él. Su cabello, estaba ya mojado por el contacto con el agua, y se le formaban escarchas y granizo.
Bajó rápidamente por las escaleras, saltándose varios peldaños, pero fue inútil, ella ya yacía muerta desde hacía varios minutos. Al girarla, sus ojos estaban abiertos, pero él no se asustó al verlos, era su ángel, era lo que había estado buscando minutos atrás...la había encontrado.
Al voltearla se escuchó un crujido, eran las alas de su ángel, aquellas las cuales nunca podía ver e insistía siempre en quererse deleitar observándolas. Ahora las podía ver, pero ¿qué precio pagó para ello?
El sacrificio que ella le negó saber era que si era necesario, daría su vida con tal de protegerlo, y así fué, porque tras escuchar ruidos en la piscina, ella bajó esas escaleras y se topó con un ser desconocido, este, haría cualquier cosa con tal de llevarse lo que vino a buscar y la arremetió de un empujón contra el borde de la piscina.
Sus alas, cayeron al instante al arrebatarle la vida, porque esas alas que él siempre quiso ver, era su propia vida y ese era el motivo por el cual no eran visibles para él.
Sus alas, cayeron al instante al arrebatarle la vida, porque esas alas que él siempre quiso ver, era su propia vida y ese era el motivo por el cual no eran visibles para él.
Ahora, yacian los dos, abrazados dentro de la helada, tal y como le dijo él un día en la piscina, ''jamás la dejaría, que la amaría para los restos de su vida y que pasara lo que pasara, siempre la vería como ella es, un ángel...''
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