Él se inclinó contra la cabecera de la cama y cuando estuve dormida, sentí como me acariciaba con la mirada. A través de esa caricia percibí cuánto deseaba tocarme, cuánto deseaba pasar su mano por mi abundante cabellera de color negro azabache, cuánto deseaba acariciar mi suave y delicada piel, cuánto era el deseo que tenia de secarme las lagrimas con un beso y luego, besarme en la boca, ansiaba besarme toda, hasta que sonriera y fuera feliz.
Sentí su mano tocándome la sien, me acarició esa parte del pelo y cómo observaba mi cuerpo.Yo llevaba el corazón fuera del cuerpo, listo para entregárselo a quien fuera amable, galán, me tratara bien y fuera persona conmigo, tras mis antiguas experiencias… y apareció él.
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