Nos sentamos ahí un segundo para descansar y poder impedir que el agua helada nos empezara a congelar de frió.Él se apretó tanto a mí que pronto sentí su excitación por el panorama que habíamos creado, en esa cabaña medio abandonada, con goteras de agua cayéndonos en el cuerpo…
Me di cuenta de que una de esas goteras estaba empezando a empapar mi camiseta blanca, la cual se transparentaba a causa del frío y la lluvia, mis rosados pezones erguidos.El duro miembro se me estaba clavando en la cadera y tras un pequeño quejido, medio gemido y dolor, empezó a comerme la boca y a tocarme los pechos. Empezó por masajeármelos suavemente, pero no tardó mucho en quitarme la camiseta empapada de agua. Me incorporé mirándolo y le quité la camisa negra que llevaba, dejando ver su torso que le chorreaba el sudor de haber estado corriendo minutos atrás.
Tras eso, me dispuse a quitarle los pantalones, desabrochando primero su cinturón, dejando entrever el abultado sexo que emergía de sus calzoncillos.Tenía unas ganas de llevármela a la boca increíbles, estaba dispuesta a ello cuando empieza a quitarme los pantalones que llevaba puestos, dejándome con mis medias puestas de encaje que empezaban a estropearse por el mal tiempo, me soltó el pelo y dejó que la larga melena medio lisa y rizada por el tiempo, me cayera por la espalda lentamente. Me giré para mirarlo pícaramente lo que provocó que se empezara a desnudar rápidamente, con desesperación hasta quedarse completamente carente de ropa.
Me tumbó y puso a mi disposición lo que tanto anhelaba desde hacia bastante rato. Me la introduje en la boca con avaricia, con ambición y empecé a comérmela. Me encantaba verme sumisa, ahí tumbada mientras él, de rodillas hacia el esfuerzo para garantizarse el mayor placer posible rozando su sexo con mi cara, la comisura de mis labios, mis mejillas, mi nariz… Repentinamente se empezó a pajear con movimientos secos y rápidos, quería llegar al final con aquello y su cara me lo decía todo. Y sobretodo, quería algo que nunca había echo. Que me tragara todo su semen.
Así hice en cuanto vi brotar los hilos de semen por su miembro, el cual nunca había visto tan duro y grande. Cayeron como un chorro de agua a presión sobre mis labios, dejando salpicada mi cara de ese líquido espeso y que tanto me gustó.
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