El sitio era una arboleda verdosa, campos llenos de violetas amarillas que maravillaban la vista. Más aun me maravillaba el tenerlo ahí conmigo, sin camiseta por el calor del día y colocada de manera chulesca en el hombro.En el campo había una especie de camino donde era algo dificultoso acceder pero que nos atrajo por los chapoteos de una cascada, así que como pudimos intentamos penetrar en la selva. Él me ayudaba en todo momento a bajar y en un descuido resbalé y sin llegar a caer, topé con su pecho y sus hombros, esas partes del cuerpo que me encantan de él. Me alzó la barbilla y sin besarme me dijo ‘Ten cuidado mi niña’, sonreí torpemente esperando un beso por el resbalón que no llegó…
Al bajar, nuestras caras quedaron perplejas cuando vinos ese enorme manantial de agua, cubierto del verdor de la hierba, que también olía a gloria, con nenúfares en el agua y unas hermosas florecitas amarillas. Nos miramos y sonreímos.
Él, dejó su camiseta en el sobresaliente de un árbol, y empezó a desabrocharse el cinturón. Lo miré sorprendida por unos instantes y me acerqué poco a poco hacia él.‘¿Qué haces?’ le dije, a lo que me contestó, no con palabras sino con hechos…Me puso las manos suavemente en mis piernas y me las recorrió, tocando y deslizándose por cada trozo de mi piel hasta que se posó en mi trasero, me levantó cautelosamente el vestido, siempre mirándome fijamente con deseo, con mirada pícara, y por fin, me besó apasionadamente.
Sus labios impactaron con los míos, encajaban la perfección, y su lengua empezó a abrirse paso entre mi boca húmeda, mientras mis manos recorrían todo su torso desnudo. Transcurrido unos minutos noté cómo su grueso miembro empezaba a tener vida, percibí que sentía una ligera molestia y le ayudé a liberarse de ella metiendo mi mano dentro de su pantalón hasta tocar su sexo, notaba su ropa húmeda que hacia que me pusiera mas y mas.Me invitó a meternos en el agua y así hicimos, y como el agua no cubría con totalidad nuestros cuerpos, de nuevo quise enmendar lo que comencé tocándole todo, rozando mi trasero con su verga que cada vez la notaba más dura y juguetona. Yo, aún con el vestido y chorreando por el agua, me aferré a él por los hombros y fue ahí donde sentí que algo entraba dentro de mi, que algo me penetraba despacio, con gracia a la vez por la escena, mientras los nenúfares se percataban de la escena y comenzaban a rodearnos gracias al movimiento que formábamos por el movimiento con el agua.
Súbitamente, noté como él aumentaba de forma permanente la velocidad y me penetraba más y más fuerte cada vez, los nenúfares acabaron empapados por el agua y las flores amarillas empezaban a florar con gran vivacidad por las salpicaduras de agua que provocábamos. Al llegar a nuestro clímax, paró en seco y me posó en una roca de espaldas a él y comenzó a pasarme sus dedos por mi trasero divisando el agujero donde se deleitó tocando, metiendo y disfrutando de mis gritos al suplicarle que parara. A continuación, me introdujo todo su miembro dentro creando movimientos nuevos que nunca habíamos experimentado, lo que hizo que no tardara en llegar a su clímax de la manera más excitante posible.
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